Gloria Inés Escobar Toro
La pasión del amor, como bien lo dijera Julio Verne, es tan absorbente que deja muy poco lugar para otra cosa en el corazón, distrae a los seres humanos, especialmente a las mujeres, de otras pasiones igualmente importantes pero si se quiere, más trascendentes para ellas mismas y por tanto, para la humanidad.
El amor, esa emoción que nos embarga cuando encontramos en otra persona cualidades por las que nos sentimos irrefrenablemente atraídas y nos produce un sentimiento de felicidad al compartir nuestra vida con esa persona, es en sí mismo un sentimiento agradable y podríamos añadir, positivo. Sin embargo este sentimiento aparentemente deseable, en realidad hace mucho daño cuando se vive de la manera como nos lo han enseñado.
Veamos. El amor no se ha edificado igual para todos los seres humanos. Mientras para las mujeres este sentimiento ha sido convertido en su centro vital, en su “razón”, para los hombres, no; al contrario, en nuestra sociedad éstos han tenido la posibilidad de ocuparse de otras pasiones como el conocimiento, el poder y la ciencia, por ejemplo. En otras palabras y en términos generales, mientras que para las mujeres el amor es prioridad en sus vidas y roba mucha de su energía, esfuerzo y tiempo, los hombres han tenido prioridades mucho menos sentimentales y han dirigido su esfuerzo a asuntos más “prácticos”. Así que decir “te amo” no tiene el mismo sentido para los dos sexos.
De otro lado, alguien dirá que el amor por ser un sentimiento no necesita razones para explicarse (afirmación bastante discutible, por lo demás), pero no se puede negar que sí existen razones para querer o amar (no entremos en grados de intensidad), a otro ser humano.
Alguien podrá también afirmar que como el amor es algo tan subjetivo, cualquier justificación para querer es válida. Desde esta perspectiva resultaría entonces totalmente admisible y hasta profunda una expresión como “te amo porque me haces mujer”. Sin embargo esta frase, sacada de una canción escuchada por casualidad, no sólo no puede considerarse válida ni romántica sino más bien, perversa.
Vamos por partes. ¿Qué significa realmente esta frase?, ¿cómo debe entenderse?, preguntas que nos llevan necesariamente a otras, o por lo menos a una sin la cual no podrían responderse las demás, ¿qué significa hacerse mujer?
Si hacerse mujer, hablando en términos biológicos, se entiende como convertirse en hembra humana adulta, la frase resulta menos que absurda porque el grado de madurez de un individuo, cualquiera sea su sexo, no se alcanza por la interacción con otro individuo sino por el propio desarrollo de su biología. Para el caso, una mujer biológicamente lo es cuando ha alcanzado su etapa de maduración, cuando todos sus órganos han logrado su pleno desarrollo y en esto nada tiene que ver la acción de un hombre. Es tan mujer una adulta que esté enamorada o que no lo esté, lo es tanto la que tiene una compañía masculina a su lado como la que no.
Ahora, si se entiende la expresión hacerse mujer en términos sociales, habría que partir de la caracterización de lo que ser mujer significa en esta sociedad. Sólo para recodarlo: mujer para nosotros significa ente otras muchas “características”, ser obediente, abnegada, pasiva, dócil, sentimental, dulce, complaciente, comprensiva, aguantadora… en pocas palabras, sometida a la voluntad del hombre. Así que, te amo por hacerme mujer, implica que una mujer ama a un hombre por ser éste el vehículo para que ella pueda encajar en el molde, por ser él quien le facilita ubicarse en el lugar que la sociedad ha establecido como el correspondiente. En otros términos podría interpretarse esta frase como te amo por hacerme un ser dependiente, porque me sustraes de la carga de ser un humano completo y complejo.
Finalmente, si la frase se refiere a que hacerse mujer es sentirse sexualmente realizada efectivamente habría allí una razón sino suficiente para amar a un hombre, sí por lo menos para estarle reconocida y agradecida por procurarle un placer frecuentemente esquivo para la mayoría de las mujeres, quienes para alcanzar el clímax sexual han debido recurrir, en muchos casos, a su propia estimulación.
De cualquier manera la frase “te amo porque me haces mujer” resulta manida y vacía pero sobre todo tremendamente peligrosa en la medida que afirma como una razón favorable lo que en realidad es un menoscabo para la dignidad de una mujer y si se quiere, hasta una afrenta.
Como reflexión y propuesta a propósito de la cercanía de la comercial fecha de “el amor y la amistad”, aceptemos el reto de imaginar y construir una relación amorosa que nos ayude a liberarnos de las cadenas que nos atan a un estereotipo que nos coloca en situación de inferioridad en esta sociedad, con todas las consecuencias nefastas que ello conlleva. Y tranquilos, esta propuesta para nada elimina el romanticismo en la relación amorosa, al contrario, lo estimula al obligarnos a imaginar otras formas de entender y vivir el amor.
Comentarios