En nombre de la seguridad social, se interrumpe en la vida de los seres humanos. Cámaras por todas partes que parecieran ojos vigilantes de las acciones más mínimas, pero íntimas de la sociedad. Códigos de barras que que leen e identifican qué hay dentro de una caja y si se puede comer o no. Marcas que auguran una estandarización del ser humano, ejerciendo control sobre su vida en aras de una sociedad justa y equitativa para todos y que además se convierten en en el versículo profético de algunas sectas religiosas, augurando que son la ‘marca de la gran bestia’. Menos mal que los grandes hermanos enfocan sus lentes con poder, -¿el de los lentes o el de los hermanos?-, espectacularizando ese pequeño grupo que baila, gime y llora dentro de las cajas en otrora bobas, pero que ahora son interactivas y emboban.
Sin embargo la comunidad no desea ser sumisa a ninguna muestra de poder. Ahora los colectivos se conocen a sí mismos y comparten sus conocimientos para evitar regímenes mediáticos, políticos y económicos. Las ideas y propuestas de progreso colectivo ahora son concertadas y desarrolladas al servicio del colectivo. La democracia en tiempo real de Pierre Lévy, se sustenta en tener en cuenta, valorar, apropiarse y optimizar las cualidades humanas indivisibles y de naturaleza distinta que componen el universo según el sistema de Leibniz. En este universo no hay lugar para un dios. El libre albedrío es la ley. Nadie tiene la verdad revelada. El conocimiento es de todos y para todos. Es una economía de las cualidades humanas la que sostiene el ágora virtual.
No obstante, los indivisibles y distintos en su naturaleza que giran alrededor de una democracia en tiempo real, entienden perfectamente que en una economía de las cualidades humanas, a raíz de la existencia de otros mundos, surgen nuevas formas, informaciones, métodos y propuestas que evolucionan constantemente. Ellos son conscientes que se piensa en el bien de todos, pero sin homogeneizaciones y centralizaciones que abran la puerta para que lleguen los del poder con argumentos de libertad propuestos y tal vez vivenciados por otros mundos, que además por creer serlo, se suponen con la “responsabilidad” de convertir a los demás en mejores, cobrando por adelantado y para siempre, la benevolencia de conquista y colonia que en favor han otorgado.
Entonces, ¿cómo evitar la censura de programas de opinión? ¿Cómo no sucumbir a los Tratados de libre comercio que benefician a unos a costa del perjuicio de otros? ¿En cuál ágora virtual inscribirse? Indudablemente es necesario que el ser humano se acerque a la técnica y a la tecnología sin olvidar su trascendencia histórica y cultural para que de pronto evite sucumbir a la tentación de re-caer en errores pasados y se anime a evolucionar al ritmo del presente sin manipulaciones que lo sumerjan tanto que le impidan salir a flote para visualizar la importancia de reflexionar sobre la utilización de los recursos disponibles para avanzar en los aprendizajes colectivos morales y éticos que favorezcan la autonomía y la responsabilidad de todos los que conformen un colectivo inteligente.
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