Por: Montgomery Piedra Valencia
Rastreando la cultura a través de las palabras, tal
vez en una evocación de la Escuela de Chicago por entender sólo una parte de lo
que está sucediendo en la ciudad, la que ya existe y la que se va insertando en
grandes terrenos llenos de diminutas casas. Casas ubicadas lo más lejos posible
del orden Estatal, -hablo de Colombia-, casas en las que habitan aquellos
nombrados con la desesperanzadora palabra ‘desplazados’. Sin contar los que
todavía habitan debajo del puente o en los parques. Desplazados del campo o
inclusive de otra ciudad en la que también habitan otros en su misma situación.
Desplazados por grupos al margen de la ley dicen unos. Desplazados por el
conflicto dicen otros. Así son las palabras y sus representaciones.
Representaciones adoptadas o acomodadas por los que dominan.
Víctimas de la noticia y
convertidos en producto de lo que los de Frankfurt llaman industria cultural,
de textos académicos que argumentan el estudio de sus formas de vida y sus
costumbres adoptadas o formadas en medio de la pérdida de su propia identidad,
tanto, que al preguntarles por ella, no saben si responder que ahora son
campesinos disfrazados de hombres de ciudad, o son hombres de ciudad
disfrazados de campesinos. Se siguen desplazando y sus victimarios con ellos.
Hall cita algunos de ellos por cuenta de la distinción que hace Althusser: el
aparato de Estado represivo y el aparato del Estado ideológico.
Ciertamente cuál de los dos más
certero a la hora de establecer sus ideologías dominantes sobre los
desplazados, teniendo en cuenta que los primeros –policía y ejército-, son
también dominados por los intereses de los que dominan, y algunos de los
segundos realizan un trabajo ‘culturizante’ y son capaces de unir y reproducir
las relaciones sociales de producción entre estos desplazados y los que ya
están hechizados por la ideología dominante, del tipo moral y cultural expresa
Hall, para producir mano de obra sumisa a los requerimientos del desarrollo
capitalista.
A todas estas, también llegan
destellos de esperanza, piensa la masa. Esa masa en la que todos aparecen como
si no tuvieran cosas en común según Benjamin al referirse a ellos, pero que se
juntan históricamente lo pronuncia Hall citando a Lenin, que a pesar de tener
intereses políticos y sociales absolutamente heterogéneos, -hablo de Colombia-,
se unen por intereses económicos personales, y de cuando en vez o de vez en
cuando, por intereses grupales o gremiales que de una u otra manera terminan
siendo económicos, acuerdos que en su mayoría siempre están a favor de los que
figuran en la cúspide de cualquier pirámide de poder en el Estado ideológico,
llámese sindicato, iglesia, universidad, medios de difusión, partidos políticos,
etc.
La comunicación existe. Se
produce sentido. El problema social tiene nombre: desplazados. En este orden de
ideas la política de los políticos es la llamada a solucionar los problemas de
la masa. Los gobernantes asumen de padres de la patria y llaman a sus
gobernados “hijitos”. Por lo tanto los desplazados no están huérfanos, es
simple sentido común, ahora hacen parte de ese gran núcleo de familias en
acción y perciben una parte del capital que el ‘Estado padre’ les adeuda por
ser sus hijos.
Se continúa con el rastreo de
la cultura a través de esa palabra. En medio de esta sociedad democrática los
medios ‘libremente’ informan y difunden a viva voz que los desplazados no se
acaban y los desplazamientos tampoco, y que por lo tanto el capital también
debe llegar al campo para que regrese la mano de obra políticamente
subordinada, una mano de obra que no haga representaciones contrarias al modo
de producción económica del capitalismo. Ese campo del que aquí se habla, es
ese lugar al que se desplazan solo algunos de la ciudad.
Pero estos desplazados son los
que viven dentro del orden Estatal establecido. Son los que teniendo comida
dejan de comer para que su estética corporal no se vea afectada. Y esa clase de
desplazados también son insertados por el Estado en las relaciones sociales de
la producción, y como hijos pródigos son recibidos en el seno de su ‘Estado
padre’ y bendecidos con grandes capitales para que el agro tenga ingresos
seguros.
La masa desplazada se desplaza
–no es redundancia-, y pretende despojarse de su experiencia dentro de la
cultura, del significado y la representación para adoptar y acoplarse con
nuevas experiencias y así darle sentido a las condiciones de su existencia.
Avanza, y como un avión en el aire cuyos motores no funcionan a punto de
estrellarse con tierra firme, recuerda la plegaria que sus padres le enseñaron
cuando era una niña -la masa-, es entonces al borde de ese desplazamiento de la
vida biológica llamado muerte, que decide volver a creer en la existencia
Divina y se matricula en alguna escuela religiosa que por lo menos le permita
creer que en lugares de delicados pastos reposará, así no llegue a ser
propietario de ninguno.
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